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Colgado de las colinas del Sahel en la final de la llanura de Mitidja, el Argel urbano tradicional presenta el diseño de una ciudad mediterránea: una acrópolis – por ejemplo la Kasbah con el macizo Bouzareah–, y una serie de colinas que forman la intersección con la formación de pequeños valles, una majestuosa bahía, que se extiende desde la punta Pescade a La Pérouse.

Incluso si los palacios árabes han desaparecido en gran cantidad, Argel la Blanca sigue siendo una de las ciudades más bellas del mundo árabe.

Al mismo tiempo paseando por las toricidas carreteras, como la “escalera de callejuelas”, los monumentos y el moderno barrio que uno puede descubrir en esta metrópolis que resume toda la Argelia de hoy, un país arraigado en sus tradiciones y apasionado de la modernidad.

La Casbah.

Dominando las islas pequeñas, la medina de Argel sigue teniendo la impresión de los orientalistas de los siglos XVI, XVll y XVlll, y si las murallas desaparecieron, la impresión es que quedan.

La mitad de las casas es de inspiración otomana: corbelled aparente y pisos de madera decorados, patio interior decorado con cerámica y pequeñas columnas.

Ha quedado en algún lugar de la memoria tanto como el lugar que ha ganado en la historia, la Kasbah tiene una ciudadela, antigua mezquitas, palacios otomanos, un laberinto de zocos, es un eterno paraíso para ir de compras, y sin olvidar los pequeños bares donde es bueno detenerse a saborear un chorba frik, ragú de carne de cordero con garbanzos, o disfrutar de una taza con té de menta.

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