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Memorias y relatos de Amari Hamadene, (continuación)

Lo interesante acerca de mi experiencia escolar es que durante la Segunda Guerra Mundial muchos de mi clase fueron evacuados de la guerra por los ingleses, por lo que no estaba pensando en acerca de ser americano ya que esto es una cuestión de flagrante racismo.

De esta forma me pude dar cuenta que hay muchas maneras de disfrazar el racismo, para llamarlo por otros nombres, y que se esconden detrás de la mera codificación de fanatismo.

Los argelinos consideran interesante a un académico americano, la prensa lleva el desarrollo de mi primer libro de poemas, sabía perfectamente bien lo que podrían decir de la cubierta del libro y de los poemas por los que había ganado un premio.

Y, con un poco de investigación del asunto, podría haber visto cómo el jurado se ha ido manifestando. Pero, no obstante, su orientación cultural les llevó a asumir algo raro que estaba pasando, algo que tienen que ver con mi nombre, algo inusual para los estadounidenses, pero habituales para ellos.

Parecían pensar que un periodista americano ha tenido que superar un sesgo cultural al publicar mi libro, una idea de que es completamente falsa.

El tema llegó hasta el mes pasado, cuando Mimi Moriarty, un entrevistador de un programa muy popular de televisión en Argelia, me preguntó por qué había roto un silencio de unos 35 años al escribir poemas después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Mi respuesta fue que quería afirmar la creatividad de cara al crudo nihilismo.

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